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24 abril, 2024
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Agresiones y detenciones arbitrarias, la cotidianidad de los periodistas en México

El País

Dos reporteros gráficos han sido amedrentados casi al mismo tiempo por policías en Ciudad de México. Este martes, efectivos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital mexicana detuvieron a dos reporteros que se encontraban grabando enfrente de la Catedral Metropolitana, a un costado de Palacio Nacional. Minutos más tarde, otros reporteros fueron detenidos mientras intentaban cubrir un suicidio en una estación de la Línea 3 del metro.

Sin dar explicaciones, los agentes detuvieron a los comunicadores. Las escenas quedaron captadas por varios ciudadanos en la vía pública. Los materiales fueron ampliamente difundidos en las redes sociales, alcanzando decenas de miles de reproducciones en las primeras horas de su publicación.

Lo que sucedió es parte de la rutina cotidiana para muchos reporteros gráficos que trabajan en México, que se dedican principalmente a cubrir informaciones de actualidad o de seguridad. Itzel Cruz Alanís, reportera de Foro TV y una de las agredidas este martes por policías, explica en entrevista que los uniformados intentaron despojarla de su equipo, mientras que otros dos reporteros fueron reducidos a la fuerza. “Parece que ellos [los agentes] ven las cámaras y micrófonos como un arma, y eso es lo más preocupante, no se dan cuenta de que solo estamos haciendo nuestro trabajo”, refiere la periodista en conversación telefónica.

Desde 2014, las agresiones contra los periodistas, que incluyen detenciones forzadas, golpes y amenazas han aumentado de manera sostenida. El informeDistorsión, el discurso contra la realidad, elaborado por la organización civil Artículo 19, reporta que cada 13 horas se genera una agresión contra un trabajador de los medios de comunicación en el país y que el 49,5% de los ataques contra la prensa provienen de funcionarios públicos. En el 20% de ellos están involucradas las fuerzas civiles, como la policía de Ciudad de México.

“Es muy grave, porque los cuerpos armados deben de proteger a la ciudadanía, incluida a la prensa”, señala Pedro Cárdenas Casillas, coordinador de documentación de Artículo 19. “Los elementos de las fuerzas públicas no conocen los derechos de la ciudadanía y no saben que la policía tiene un actuar público que puede ser documentado”, indica.

La cobertura de eventos públicos ha obligado a los periodistas a tomar protocolos para preservar su seguridad, como permanecer en grupos y evitar que un reportero vaya detenido sin compañía. Sashenka Gutiérrez, fotógrafa de la agencia Efe fue detenida injustificadamente cuando realizaba la cobertura de las protestas en el Día de la Mujer, el pasado 8 de marzo. “Nos detuvieron y esposaron, todo lo estaban grabando”, relata la fotoperiodista. Aunque en varios de los casos, la Secretaría de Seguridad Ciudadana ha expresado que separa del cargo a los elementos policíacos para investigarlos, en pocas ocasiones resulta en una sanción mayor. “No quisimos hacer una denuncia por miedo a las represalias, sabemos cómo funciona el sistema”, comenta Gutiérrez.

En 2020 se registraron un total de 692 ataques en contra de los medios de comunicación en el país. Aunque no solo se trata de detenciones o amenazas, sino que guarda relación con un discurso cotidiano que desacredita el trabajo de la prensa en México. “Se envía un mensaje permisivo hacia particulares y otros poderes fácticos que encuentran en las narrativas estigmatizantes, un impulso para amenazar, agredir y asesinar periodistas sin temor a que haya alguna respuesta contundente del Estado”, continúa Cárdenas.

Adicionalmente, los reporteros se ven afectados económicamente cuando se atenta contra su equipo de trabajo. “Te quieren quitar las cámaras, te rompen el equipo”, cuenta Cruz Alanís. “Muchas veces esos equipos son comprados por los propios reporteros que después tienen que ver cómo se las arreglan”, indica.

La falta de capacitación a los elementos de la fuerza civil y de las fuerzas armadas militarizadas son los grandes fallos que observan los periodistas y representantes de los medios de comunicación. Falta de empatía por el trabajo, un discurso que repele a la prensa y sin posibilidad de diálogo por parte de los funcionarios. “Todo el tiempo estamos siendo reprimidos o restringidos, en la manera en que vamos a informar o cómo debemos de decir las cosas”, concluye la reportera de Foro TV.

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